viernes, 17 de septiembre de 2021

Dar es dar

Hace unos pocos años, en un taller de fortalecimiento emocional me invitaron a perdonar a quienes me habían hecho daño. No pude llevar a cabo la actividad porque de alguna manera la introspección resultaba inútil. No conseguía recordar nombres ni momentos ni acciones que necesitaran mi perdón. Al contrario, mi mente se llenaba de recuerdos gratos y de momentos hermosos en los que he recibido mucho cariño y afecto.
Recuerdo  aquel día haber agradecido mucho a Dios y a la vida porque desde pequeña he estado rodeada de personas que me han brindado amor en cualquier circunstancia. 
Es increíble el poder del amor. Uno se llena de energías bonitas, de buenas vibras, de alegría, de optimismo y eso se devuelve en cada gesto hacia los que nos rodean. Se crea una reacción de afecto en nuestro entorno cual neuronas haciendo sinapsis. 
Estos años de experiencia docente me han enseñado que no hay pedagogía más efectiva que la basada en el amor. No hay trastorno de comportamiento o aprendizaje donde la empatía y el cariño dejen de surtir efecto. No hay niño ni adolescente rebelde que no se doblegue ante un abrazo o una palabra de cariño. No hay persona descortés que sea indiferente a un trato amable. Y lo mejor de todo, el amor que te brindan de retorno el cual casi siempre es en mayor magnitud a lo que uno brinda. Qué maravilloso resulta recibir ese afecto de vuelta y cómo la vida se fortalece y se vuelve plena con tanto cariño.
Soy bendecida porque cada día el amor de mi familia, de mis amigos y de mis estudiantes me renueva y me permite continuar esa cadena de acción reacción. 
Creo que cada momento de nuestro día a día es un dar y un recibir. Particularmente, siempre siento que recibo más de lo que doy. Solo por mencionar algo, esta tarde el médico me dio mucho aliento, el vigilante de la clínica sacó el auto por mí de un estacionamiento complicado (mis habilidades para estacionar son lo máximo😉), a mi mejor amigo no le importó pasar nuestra cita para otro día debido a mis limitaciones con el tiempo, mi madre me hizo llegar varios nutrientes para mi recuperación, mi suegra atendió la cena de los niños por mí, mi esposo me preparó el café y hace unos instantes, mi cachorro más pequeño me cantaba  Que canten los niños, y en la parte donde dice Yo canto para que sonría mamá me abrazó y me dijo que me amaba con todo su corazón. Mientras lo abrazaba, pensaba en lo afortunada que soy de tener tantas muestras de afecto y atención.
Que el amor sea siempre la norma que guíe nuestro actuar, que la amabilidad y cortesía sean inherentes a nuestro trato, que cada momento podamos prodigar afecto y cariño a quienes nos rodean. Dar es dar, dice Fito Páez.