Esto de ser mamá a tiempo completo es bastante agotador pero
hermoso. No lo había experimentado antes pues con mi primer hijo sólo tomé el
descanso que permite la ley. Sin embargo, ya con este segundo bebé se me
presentaron las cosas de modo tal que fue difícil continuar trabajando fuera de
casa, así que decidimos con mi esposo
que lo mejor sería extender un poco más mi tiempo de “descanso” para brindar a
nuestros hijos un mejor cuidado.
Definitivamente, le encuentro muchísimas ventajas a mi situación actual. Para empezar no tengo
el estrés de madrugar para ir al trabajo, pues aún cuando mis noches
no son precisamente de descanso, puedo atender a mis hijos con la calma
del caso, puedo desvelarme sin ninguna presión de tener que ir a trabajar en
unas horas. Así que podemos ver tranquilamente una película o jugar o –esto es
lo más estresante- hacer tareas.
Otra ventaja, talvez la más importante, es que puedo brindar cuidado personalizado a mis hijos. Estos casi ocho años siempre
estuve delegando esta función a terceros. Afortunadamente siempre he contado
con el apoyo necesario de la familia. Pero nada puede reemplazar el cuidado y
la atención que sólo una madre puede
prodigar a sus pequeños. Es maravilloso disfrutarlos todo el día, ser partícipe
de sus juegos, sus siestas, sus comidas, sus berrinches, sus gritos, sus
enojos, sus alegrías, sus sueños. Y claro que es agotador, es más, ya a la
noche estoy pidiendo auxilio, pero es hermoso vivir cada uno de estos momentos,
sentir que cada día que pasa ellos van creciendo, ver sus rostros todo el día,
conocer sus modus operandi, sentir
que me buscan cuando tienen alguna necesidad porque saben que estoy ahí para
ellos.
Es cierto que mi vida
ahora gira en torno a baberos, pañales,
tareas del peque y desvelos, que mis
salidas de casa se han reducido a las visitas al pediatra y por ahí, con suerte, a algún restaurant, que
las horas –o para ser más precisos, los minutos- de alimentarme, bañarme y dormir
son establecidas por una personita de unos 65 cm, que hay momentos en que
siento que ya no doy más… pero aún con todo esto, aún cuando extraño mi trabajo
en las aulas, aún cuando echo de menos a mis amigos y a mis alumnos, nada me hace más feliz que hallarme dedicada
en cuerpo y alma a mis hijos, nada mejor que ser mamá a tiempo completo.